La mancha

Peor que un lunes es un lunes enfermo, y no lo suficiente como faltar.

Cuando viajas, estornudas cada dos minutos y la gente te mira como si fueras un sidoso. Ni hablar si te limpias los mocos.

Después, en la office, está ese efecto Matrix que te hace resolver todo en cámara lenta. Una garcha.

Y encima, cuando volvía a casa, me empezó a seguir un punga ¡Lo que faltaba!
Aumenté el paso lo más que pude y cuando estuvo a punto de alcanzarme, me mandé a un almacén. Estaré enfermo pero no boludo.

Me hice el que no me decidía qué llevar hasta que a los diez minutos salí con una cocucha.
La cosa estaba despejada, pero no me iba a arriesgar: Con la poca plata que me quedaba me metí en un tacho. Mejor que se lleve mi guita el tachero que ese negro de mierda.

Cuando giramos en la esquina lo vimos acechando.

– ¡Hacete coger, negro traga leche! – Le grité medio gangoso por la congestión.

Su reacción fue revolearnos una botella y empezarnos a correr. De pedo no tocó el baúl.

– ¡Rajá de acá! – Me decía el tachero, sacado.

– ¡Pisá el acelerador!

– Me chupa un huevo. Me toca el auto y te reviento.

– ¡Vos sacame de acá y después hablamos!

De mala gana me hizo caso y salimos disparados.
Dos cuadras después nos agarró el semáforo.

– Salí de acá.

– Pero…

– ¡Salí! – Y me amenazó con un fierro medio oxidado.

Crucé la calle lo más rápido que mis piernas me dejaron. Entre la transpiración y el garso que me bailaba en la garganta, no pasaba mi mejor momento.
Encima, el punga estaba a menos de una cuadra y volaba.

Si las cosas se ponían feas ¿Iba a poder contar con mi colonia?
Lo único que me quedaba era mentalizarme para la pelea.

El negro estaba a veinte metros, diez metros, cinco metros… un metro.

– ¡Vamos, chicos! – Supliqué por dentro.

Me miró mal y siguió caminando.
¿Qué acababa de pasar? Ah, claro, venía un patrullero de la metropolitana. Nunca creí que el forro de Macri me iba a salvar el culo. Sorpresas de la vida.

Con la plata que no pagué el primer taxi tomé el segundo y fui a casa directo a descansar.

Escribo esto con las últimas fuerzas que tengo y me mando directo al sobre.

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